Horario
Martes a jueves: 10:00h a 14:00h y 16:00h a 18:30h
Viernes a domingo: 10:00h a 14:00h y 16:00h a 20:00h
Emplazamiento
Instalación
Equipo Creativo
Audioguías
Una funda es aquello que cubre algo para protegerlo. En el caso de los mineros, una tela azul y naranja separaba sus cuerpos de las profundidades carboníferas. Estas fundas subían y bajaban, conectando la superficie con el interior de la tierra, desgastándose día a día hasta que eran reparadas por las mujeres. La arquitectura puede entenderse también como una funda, siendo la interfaz, y pudiendo ser la cuidadora, entre el ser humano y su entorno, desde el cuerpo hasta el paisaje. Tiene la capacidad de filtrar o segregar, de ser porosa o estanca, estableciendo vínculos más allá de lo tangible. En el caso del Pozu Sotón, el carbón es el material central de su arquitectura. Sin embargo, el pabellón situado en su base se articula como un ensamblaje de materias periféricas, aparentemente desconectadas del proceso extractivo, pero que reflejan su impacto: la tela que conecta con las personas, la arena vinculada a los sistemas hidrográficos, y la madera relacionada con los bosques. La arquitectura, entendida como funda, es la materialización de relaciones territoriales. Despliega redes de agentes, acciones y recursos, dándoles valor y creando espacios de pertenencia.
El diseño de esta instalación se construye desde una investigación etnográfica sobre las prácticas actuales en Asturias que exploran futuros deseables. La Fundación Laboral Santa Bárbara (FUSBA), ligada a la diversificación de la minería, tiene un papel clave en la integración social y económica, proporcionando 400 piezas confeccionadas con la misma tela usada en la ropa de los mineros. Además, la construcción en madera local ha cobrado un nuevo impulso gracias a centros científicos como CETEMAS, que donó madera utilizada en investigaciones para su reutilización en la construcción del pabellón, recordándonos que el carbón es, en esencia, un bosque fósil de hace millones de años. Por otro lado, la costa, más allá de su atractivo turístico, muestra las capas del Antropoceno y las fricciones de una Asturias en transición postindustrial. En este contexto, la desembocadura del río Nalón, que forma parte de la cuenca del Pozu Sotón, revela la historia entrelazada de la minería entre los valles y la costa. Su arena negra habla de los tiempos en que se cargaban barcos de carbón con destino al País Vasco y las carboneras lo recogían para calentar sus hogares. Esta relación territorial de codependencia se materializa utilizando 8 metros cúbicos de esta arena como base y contrapeso de la estructura.
La forma circular del pabellón potencia el carácter asambleario de distintas voces, convirtiéndose en un lugar de encuentro durante el festival. Al estar arropado por fundas que recuerdan a las casas de aseo o a los tendales de las viviendas obreras, se genera un espacio para celebrar la cultura oral. Esta forma colectiva hace visible el paisaje inmaterial de los modos de vida que construyen las cuencas, desde las canciones a los saberes gremiales. Esta funda es finita, como todo en nuestro entorno: nuestros cuerpos, los recursos, y los paisajes están en constante cambio. Una vez terminado el festival, la envolvente se reutilizará, convirtiéndose en bolsas para transportar alimentos o herramientas, y la arena volverá a la desembocadura del Nalón. Así, la arquitectura, configurada por entidades humanas y no humanas, materializa las relaciones que nos impulsan hacia nuevas formas de habitar nuestro territorio compartido.