Pozo San José

Horario

Martes a jueves: 16:00h a 18:30h
Viernes a domingo: 11:00h a 14:00h y 16:00h a 20:00h

Emplazamiento
Pozo San José
Instalación
Equipo Creativo
Audioguías

Puede que lo que más sorprenda al visitante que no conoce este pozo sea su proximidad a las viviendas, herencia de los antiguos cuarteles de San Francisco y, como telón de fondo, donde antaño estuvo una enorme escombrera, vemos un suave relieve que la vegetación ha reconquistado, prueba del acierto en su tratamiento que le da una apariencia natural.

El que en su día se conociera como “pozo nuevo” se comenzó a profundizar en 1949, obligando una vez más a desviar y encauzar el río, cuando la empresa Hulleras del Turón (la misma que impulsó Santa Bárbara o Espinos) preveía que se agotarían las reservas de carbón de montaña: con él alcanzó máximos históricos en su producción. Fue inaugurado oficialmente por el ministro de Industria el 25 de septiembre de 1957, justo a la par que ENSIDESA en Avilés: un día y dos hitos de la historia del trabajo en Asturias, carbón y acero. Se mantuvo en producción hasta 1993. Finalizada la rehabilitación que el equipo de Víctor García Oviedo y Proyecta realizaron en 2008, abre ahora sus puertas a los visitantes por vez primera.

El castillete, del tipo “Dörnen 2”, fue el primero de su clase levantado en Asturias: pintado ahora de rojo, esta estructura de 25 m. dio servicio a un pozo de medio kilómetro de profundidad articulado en 7 plantas. Ese castillete domina un conjunto de instalaciones que resultan de la colaboración del arquitecto Francisco González López–Villamil y el ingeniero Ildefonso Sánchez del Río; aunque algunas piezas hayan desaparecido, se puede entender la organización del proceso con claridad.

Hay dos edificios de diseño sobrio, dos pabellones que cierran una suerte de plaza central donde se abre la caña del pozo: vistos desde la calle, el primero a la derecha fue casa de máquinas y compresor, ordenada mediante pórticos de hormigón y cubierta de pizarra, en la que se abren amplios ventanales. El otro, a la izquierda, que cumple hoy funciones formativas, acogió taquillas, vestuarios, casa de baños y lampistería, así como oficinas y archivo.

Quizás lo más llamativo sea la sala del embarque, la caseta de basculación y la cubierta de las cintas de reenvío de estériles o cadena de arrastre, en las que se aplicó una singular estructura de hormigón armado y solera cerámica. Se organiza mediante bóvedas de cáscara de tipo laminar, apoyadas en pórticos transversales de tipo hiperestático, un diseño moderno y muy plástico que ofrece rotundidad y cierta ligereza: una solución práctica y audaz.

Comparten un aire de familia con las marquesinas que se pueden ver al otro lado de la carretera, a nuestra espalda, en las que cuatro pies derechos de directriz parabólica se prolongan en una losa inclinada de sección variable. Los ganchos que aún se ven servían para colgar las bicicletas de los trabajadores, al resguardo de las inclemencias, y constituyen quizás el detalle más “personal”, pues evidencian lo que los edificios hoy ya no cuentan, que fue un lugar en el que trabajaron durante décadas cientos de personas.

Muy cerca se encuentra un monumento inaugurado en 2006 por el Ayuntamiento, dedicado a todos los mineros fallecidos en accidente laboral en el valle (más de mil) que se emplaza en lo que fue una bocamina del grupo de montaña San Francisco – San José, el que precedió al pozo que nos ocupa.