Horario
Martes a viernes: 16:30h a 20:00h
Sábado y domingo: 11:00h a 14:00h y 16:30h a 20:00h
Emplazamiento
Instalación
Equipo Creativo
Audioguías
El pozo Santa Bárbara (o La Rebaldana) es un símbolo en la historia industrial de Asturias: también fue el primero en ser Bien de Interés Cultural en Asturias. En 1913 se determinó por parte de Hulleras del Turón comenzar su profundización, nombrándolo entonces “nuevo campo de explotación”. Era el primer pozo vertical para la extracción de hulla de esta cuenca y se hizo con ambición: un pozo doble, que alcanzó inicialmente los 115 metros de profundidad que daba servicio a tres plantas, con sus respectivos castilletes que se recortan en el cielo; se había previsto también garantizar la mecanización de los trabajos, permitiendo el uso generalizado de martillos picadores. Entró en servicio hacia 1925 y su producción se detuvo 70 años después. 115 son también las personas fallecidas en accidente minero aquí.
Los castilletes que vemos no son los originales, sino fruto de la reprofundización (calar a cotas más bajas para alcanzar nuevas capas de carbón) que obligó a remodelar las instalaciones. De ahí deriva ese aspecto depurado, propio de la modernidad internacional, que le procuraron el arquitecto mierense Francisco González López – Villamil y el brillante ingeniero Ildefonso Sánchez del Río.
Aún podemos apreciar la evolución de las instalaciones: delante del castillete del pozo principal, de color azul intenso, el pavimento de ladrillo visto de la plaza de maniobras es centenario. El embarque, una suerte de tinglado levantado sobre celosías metálicas remachadas, guarece el acceso al pozo principal y sirvió para la extracción. El castillete soldado de 1962 fue realizado en un taller gijonés, dándole servicio un poderoso motor instalado en la casa de máquinas que se puede ver ahora fuera del recinto, aunque estuviera conectada funcionalmente, claro.
El gran bloque central, con dos volúmenes torreados en los extremos (fueron las antiguas casas de máquinas) dispuso en el centro de una nave para alojar los compresores y el grupo convertidor. En el otro extremo, un castillete antiguo remodelado (como el otro, rotado 180º) dio servicio al otro pozo que también se utilizó para meter madera: la zona para su almacenamiento (lo que aquí llamamos plaza de la madera) estaba justo detrás y debajo del bloque que alberga su motor.
Quizás sorprenda el pequeño edificio que vemos a la derecha de la entrada principal: es el único que conserva el aspecto original, un coqueto pabellón que cobijó las turbinas de ventilación, imprescindibles para la circulación del aire dentro.
Esa sala de compresores es hoy, tras la intervención firmada por José Ramón Fernández Molina, un espacio versátil que – aún siendo propiedad de HUNOSA, es gestionado por el Ayuntamiento de Mieres – y sirve como centro cultural: en octubre de 2021 abrió sus puertas al público y ha acogido diversas intervenciones artísticas, en las que el acceso libre a la creación de vanguardia en un antiguo espacio de trabajo constituye una alternativa a la recuperación del espacio industrial. La versatilidad de lo que fue un “templo” para las máquinas se ha probado en este tiempo, en el que miles de personas han atravesado el valle para conocer esta propuesta cultural municipal.
En el futuro se prevén nuevos trabajos que permitirán incluir un inmueble inmediato: el Economato (se puede ver un óculo en su piñón, justo a la derecha según entramos en el recinto). Fue un equipamiento crucial en la vida cotidiana de las familias mineras y contribuye a representar una dimensión fundamental del mundo del trabajo, como fue el paternalismo empresarial presente en el consumo, la sanidad o la educación.